A todos nos gusta saborear un buen jamón ibérico de bellota, pero… ¿Sabemos qué nos aporta?
«Dios le da pan al que tiene jamón y queso»
El jamón ibérico, ya sea 100%, 50% o de cebo, es una de los productos gourmet más apreciados de nuestra dieta. Pero no es solo eso, el jamón ibérico es un alimento con gran valor nutricional, muy rico en macro y micronutrientes, por lo que además de nuestro sentido del gusto y el olfato, nuestro cuerpo también agradece cuando decidimos darnos el capricho de comer algunas lonchas.
La alimentación de los cerdos, basada en bellotas, les aporta ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, reduciendo el LDL (colesterol malo) y mejorando el HDL (colesterol bueno). Además, al estar en libertad en la dehesa, los animales musculan y su grasa se infiltra en la carne, haciéndolo más jugoso. Es una grasa casi transparente, que se deshace en la mano, de esa manera sabemos que es grasa buena y no hipercalórica, además de ayudar contra la oxidación. Hay que distinguirla de la grasa blanca que tienen otros jamones, que sí es hipercalórica.
¿Por qué debemos incluirlo en nuestra dieta?
Su carne nos aporta hasta un 50% más de proteínas que otras carnes frescas, por lo que es muy adecuado para deportistas, disminuyendo la fatiga y ayudando a ganar masa muscular.
Incorporar el jamón ibérico de manera regular a nuestra dieta nos ayuda a la prevención de la osteoporosis y controla las anemias, ya que contiene una gran cantidad de hierro, entre otros nutrientes esenciales para nuestro organismo, como son el zinc, el fósforo, el calcio y el magnesio, que ayudan a regular el sistema nervioso, a metabolizar los carbohidratos o a que nuestro sistema inmunitario trabaje adecuadamente.
Además, su altísimo contenido en vitamina B1 (entre 8 y 10 veces más que el resto de carnes) lo convierte en un alimento muy recomendado para épocas de lactancia o convalecencia, en las que se tiene un mayor desgaste de esta vitamina.
También contiene grandes cantidades de vitamina B2, que nos ayuda a producir glóbulos rojos y es muy bueno en la etapa de crecimiento del cuerpo, así que lo podemos incorporar sin miedo en el desayuno/merienda de nuestros hijos.
Otras vitaminas que contiene en gran cantidad del grupo B nos ayudan a mantener saludable el sistema nervioso y actúan de analgésicos ante dolores neuropáticos, por lo que en este aspecto sigue siendo un alimento muy completo a nivel vitamínico.
Por último, y al contrario de lo que se suele creer, es un alimento poco calórico, por lo que lo podemos incorporar sin problema a cualquier tipo de dieta, incluso con un consumo diario, aunque, eso sí, moderado.
Consejos para la conservación y consumo de un buen jamón
- No hace falta taparlo con su propia grasa para que no se seque. No hay que cortar la corteza en exceso, de esa manera, la propia corteza evita que el jamón se seque. Lo mejor es taparlo con un trapo limpio
- Prohibido congelarlo. Los jamones ibéricos de bellota tienen una producción artesanal muy cuidada, si lo vamos a acabar metiendo en el congelador, mejor comprar un jamón normal envasado de cualquier super.
- El mejor acompañamiento para un buen jamón es una bebida poco invasiva. Si no quieres beber agua, prueba con un vino blanco fino o una manzanilla. Nunca con vino tinto, su potente sabor minimiza el del jamón.
- Consúmelo preferiblemente a temperatura ambiente, o entre los 21ºC y los 24ºC. A esta temperatura el jamón alcanza su grado máximo de untuosidad y sentirás que se deshace en tu boca.
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